Lo mismo no mejoras

Antes de nada, plantéate la siguiente preguna: ¿me merece la pena entrenar por vatios? Tú, que llevas toda la vida entrenando por sensaciones o con la ayuda de un sensor de frecuencia cardíaca (comúnmente acompañado del sensor de cadencia) y que estás acostumbrado a prepararte las temporadas atendiendo a los latidos del corazón… tal vez no lo necesites.

No necesitas potenciómetro si tu nivel es meramente cicloturista. Pero tampoco necesitas el sensor de frecuencia cardíaca para saber cuando te están sacando los ojos en un puerto porque te sale el corazón por la boca. Esto es lo de siempre. Posiblemente, si los potenciómetros costaran lo que cuestan los cadenciómetros no quedaba ni una bici sin medir vatios, pero el problema es que son muy caros… o lo eran. Gracias a la democratización del uso del entrenamiento por potencia, cada vez es más habitual encontrar gente que va vigilando sus zonas de potencia en lugar de las de frecuencia cardíaca (que también, ojo que no podemos dejarlas de lado).

A mí también me pasó. «Menuda chorrada, entrenar con potencia. Eso es para Froome, que se gana la vida con ello y a mí difícilmente me va a servir para mejorar». Inconsciente de mí, no podía estar más equivocado. Tras un proceso de estudio inicial y de autoconvencimiento, decidí que tal vez me podría venir bien tener otro sensor con el que medir todos mis entrenamientos (ni siquiera cómo mejorarlos), porque entre otras cosas soy un friki de los números y la tecnología. Y luego tocaba ahorrar y comprar uno en condiciones que me diera valores coherentes al pedalear.

¿Me gasto la pasta en gama alta?

De todo aquello y del tiempo pasado desde entonces, aprendí que posiblemente no es necesario comprar un potenciómetro tope de gama para empezar ya que, al igual que sucede con la báscula que tenemos en casa, lo importante es medir siempre con el mismo aparato -y con sus desviaciones sean las que sean-. Si además tenemos en cuenta que ya cualquier potenciómetro tiene margenes de error del 2-3%… ¿de verdad crees que vas a notar esa desviación en tu día a día? Un profesional sí lo necesitará porque en esos 15 vatios de máxima pueden estar las victorias o las arrancadas en una carrera, pero si no eres de esos profesionales, piensa bien en lo que te digo…

De los diferentes potenciómetros que hay, yo optaría por uno de estos tres tipos:

  • De pedal. Los venden que van en un sólo pedal (y luego multiplica por dos la potencia para asimilarla a las dos piernas), o de doble pedal. Ésta fue mi elección principalmente porque sufro una dismetría (tengo un fémur más corto que el otro) y necesito controlar que ejerzo la misma fuerza con ambas piernas para no sobrecargar una sobre la otra. Además, si tienen tecnología Cycling Dynamics (como los Garmin Vector o Assioma Duo) obtendrás información adicional muy útil: fases de potencia, tiempo de pie vs. sentado, etc.
  • De biela. Similares a los de un solo pedal, pero generalmente más baratos. Te venden una biela de la misma marca y modelo que llevas, pero lleva incorporada la tecnología para medir la potencia. Al igual que los de un solo pedal, miden una pierna y multiplican por dos los valores recogidos (aunque me consta que ya hay modelos de dos bielas). Bajo mi punto de vista, ésta puede ser la mejor opción si vas a empezar con el entrenamiento por potencia, como el de Stages.
  • De eje pedalier. En este caso hay multitud de modelos. Básicamente lo recomiendo para MTB ya que no sufrirán impactos directos y su vida útil no se verá mermada.

Mi recomendación

Así pues, mi recomendación es que adquieras un potenciómetro que se adapte a tu bolsillo y a tus expectativas. Incluso que empieces por el más barato que encuentres (que tenga una fiabilidad contrastada en el mercado) y que después, con el tiempo, pases a otra cosa más avanzada.

¡Échale un vistazo a mi canal!

Add comment

×